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De la Guerrilla al Terrorismo, anatoma de la subversin 142m4y

Revista Defensa n 5, septiembre 1978, Arturo Prez Reverte 18255t

El Boeing 727 vuela sobre el Mediterrneo, a nueve mil metros de altura, y las azafatas se disponen a servir un pequeo refrigerio a los pasajeros. En ese momento, dos jvenes, plidos y visiblemente nerviosos, se levantan de los asientos, gritan: conserven la calma, esto es un secuestro, y penetrando en la cabina de mandos apoyan el can de una pistola en la nuca del comandante.En Buenos Aires, un alto oficial del Ejrcito es acribillado a balazos en la puerta de su casa. En Bretaa, un comando autonomista dinamita unos postes de alta tensin. Guerrilleros negros minan una carretera en Rhodesia. Dos soldados gubernamentales resultan muertos en la frontera de Thailandia. En Filipinas

El escenario puede variar: ciudad, campo, selvas, desiertos, aire, mar. Tambin los protagonistas. Movimientos de extrema derecha o extrema izquierda, frentes de liberacin, grupos autctonos independientes o infiltrados en territorios ajenos, autofinanciados o sostenidos por pases vecinos o grandes potencias. Cada Estado se enfrenta como puede a la subversin que le ha tocado en suerte, pensando como nico consuelo que se trata de un mal extendido mundialmente. En efecto, segn las estadsticas, en el planeta hay al menos 40 puntos calientes donde la actividad subversiva alcanza cotas dignas de preocupacin. En este ltimo cuarto del siglo XX, donde existen todava las minoras oprimidas y los atrasos polticos y sociales, la guerrilla y el terrorismo, armas de quienes son ms dbiles que el Estado contra el cual han decidido rebelarse, son fenmenos que, lejos de disminuir, aumentarn, a juicio de los expertos. Segn el brigadier britnico Frank Kitson (1), se incrementar en esta segunda mitad de la dcada de los 70 el desorden civil, acompaado de sabotaje y terrorismo, especialmente en las reas urbanas De la misma opinin es Richard Clutterbuck (2), profesor de Violencia Poltica en la Universidad de Exeter: El terrorismo aumentar porque, a corto plazo, arroja buenos dividendos. El chantaje poltico trae buenos resultados: terroristas convencidos son puestos en libertad, inmensas sumas de dinero se pagan como rescate, y la publicidad en una escala inimaginable antes de la era de la televisin se consigue gratis
(1)Operativos de baja intensidad Faber and Faber, Londres, 1971.
(2)Living with Terrorism Faber and Faber. Londres, 1975.


GUERRA NO CONVENCIONAL
El mundo se encuentra en guerra, pero no es sta una guerra clsica o convencional. Con frecuencia, el problema para los Gobiernos actuales no se encuentra al otro lado de la frontera, sino en el interior del propio territorio. Es la guerra subversiva, cuya definicin en las escuelas militares viene a ser ms o menos sta: Guerra que se lleva a cabo dentro de un territorio, por una parte de sus habitantes que actan con autonoma o sostenidos desde el exterior, contra la autoridad constituida, con intencin de conquistar el poder o paralizar la accin de ste La palabra subversin, que ha adquirido un matiz peyorativo en boca de los gobiernos, significa solamente dar la vuelta, cambiar una situacin por otra. Y abarca una amplia gama de matices, desde la lucha por conseguir reivindicaciones limitadas para una minora, hasta la destruccin y sustitucin de una dictadura o de un rgimen democrtico por otro de distinto signo. Y los mtodos a utilizar pueden ir desde la resistencia pasiva a la insurreccin armada.

MAO TSE TUNG Y EL CHE
Mao Tse Tung, a quien numerosos expertos consideran la mxima autoridad en la materia, sostiene que basndose en fuerzas irregulares reducidas, embrin de un Ejrcito Popular, puede ganarse, adoctrinar y organizar a una poblacin para que sta apoye la causa revolucionaria y participe en ella, derrocando a un gobierno establecido. Otros autores, sin embargo, slo creen en las posibilidades limitadas de la guerrilla, utilizndola ya bien para conseguir objetivos parciales a escala local o regional, o bien para crear un proceso de desgaste y desmoralizacin en las fuerzas del gobierno que permitan conseguir los objetivos previstos. En estos ltimos casos no se busca una victoria militar, sino crear determinadas condiciones que permitan la victoria poltica.
Mao, en su doctrina de la guerra revolucionaria, permaneci siempre fiel al principio de organizar a la poblacin como fase preliminar a la insurreccin armada. Exactamente lo contrario de lo que ms tarde afirmaran Fidel Castro y el Che Guevara, quienes, a pesar del xito de la estrategia maosta en China, tomaron el poder en Cuba utilizando la insurreccin como punto de partida, creando despus todas las otras condiciones revolucionarias. Llevando a la prctica su teora de los focos, crearon un pequeo grupo de insurgentes armados que despus, paulatinamente, atrajo a los descontentos con el rgimen de Batista, hasta reunir la fuerza suficiente para derribar al Gobierno. El mismo sistema, sin embargo, hizo fracasar a la guerrilla del Che en Bolivia, al no conseguir crear una red para la obtencin de suministros. La polmica sobre los diversos sistemas permanece abierta, pero parece claro en los ltimos tiempos que cada pas posee unas caractersticas peculiares a las que debe adaptarse la guerrilla, y no al contrario.

Foto:Chile, 1973. La Polic a es hostigada con piedras por manifest antes que protestan contra el nuevo plan de educacin del pres idente Allende.​

EL TERRORISMO, ARMA DE GUERRA
En toda guerra subversiva, el control de la poblacin es el que asegura las probabilidades de xito. Y el terrorismo es, precisamente, un arma de guerra subversiva encaminada a conseguir ese control. Su objetivo es conseguir, por una parte, demostrar el poder de la organizacin subversiva, y por otra parte, crear el clima de incertidumbre e inseguridad en la poblacin que la lleve a perder la confianza en el gobierno encargado de protegerla. Adems, mientras en primer lugar se consigue la sumisin y el apoyo por miedo de la poblacin a los terroristas, en segundo trmino las operaciones antiterroristas llevadas a cabo por las fuerzas gubernamentales pueden volverse en contra del propio gobierno. Objetivo bsico de la guerrilla es provocar reacciones violentas. Carlos Marighela, en su Mini manual del guerrillero urbano (3), seala que cuando se recrudece el terrorismo el gobierno no tiene ms alternativa que intensificar la represin. Las redadas policiales, los rastreos de domicilios, el arresto de gente inocente y de sospechosos, el cerco de calles, hacen que la vida en la ciudad se vuelva intolerable. La dictadura militar se dedica a una persecucin poltica masiva. Los asesinatos polticos y el terror policial se vuelven rutina... En resumen que la poblacin termina alinendose junto a la organizacin subversiva contra el gobierno.
(3) Adelphi Paper n. 79 IISS, Lond res, 1971.

Quiz la definicin ms fra y lcida del terrorista puro ha sido proporcionada por el coronel francs Roger Trinquier, veterano de Indochina y Argelia, y cerebro de los mercenarios de Tshomb durante la guerra de Katanga.
El terrorista no debe ser considerado como un criminal ordinario dice Trinquier. En realidad su trabajo se realiza dentro del marco trazado por su organizacin, sin que ello represente inters personal, y est guiado solamente por su deseo de ayudar a una causa que l considera noble. . . A una orden de sus superiores, mata sin tener el menor odio hacia sus vctimas, lo mismo que el soldado hace en su escenario. La nica diferencia consiste en que sus vctimas son, por lo general, mujeres y nios, o personas completamente indefensas que son tomadas por sorpresa.. - Sin embargo, el terrorista reclama los mismos honores (que el soldado) sin incurrir en las mismas obligaciones... Sus vctimas no pueden defenderse y el Ejrcito no puede emplear todas sus fuerzas en detenerle porque se esconde entre la misma poblacin a la que ataca (4).
(4) La Guerra moderna Rioplatense, Buenos Aires.

Foto:Armas capturadas a guerrilleros nacionalistas en Rhodesia: un fusil ametrallador Degt yarev RPD, lanzagranadas RPGfusiles Simonov y fusil de asalto KalashnikovAK-4 7.​

GEOGRAFIA DE LA SUBVERSION
En mayor o menor intensidad, abarcando toda la gama de posturas ideolgicas, con actividades que van desde pequeas acciones individuales hasta la utilizacin de efectivos comparables en medios y organizacin a autnticos ejrcitos, la subversin se encuentra, en sus diversas facetas, anclada en todos los rincones del mundo: guerrilla en campo abierto contra efectivos regulares o esa otra forma ms sucia tericamente hablando que es el terrorismo, urbano o rural.
En Europa Occidental, cuyos problemas en este rea se han visto acrecentados en los ltimos aos con la actuacin de las Brigadas Rojas en Italia y los grupos anarquistas en la Repblica Federal alemana, existen numerosos puntos calientes, algunos de ellos con una larga tradicin de violencia y otros de caractersticas ms moderadas. Entre los ms destacados se cuentan las reas de actuacin de los movimientos autonomistas corsos y bretones en Francia, el movimiento de liberacin del Jura en Suiza, los separatistas escoceses y las diversas organizaciones paramilitares del Ulster, los nacionalistas moluqueos que actan peridicamente en Holanda, los grupos terroristas que operan en Espaa...
Amrica, de Norte a Sur, alberga un amplio abanico de organizacines y movimientos subversivos que actan con mayor o menor intensidad y fortuna: el Frente de Liberacin de Quebec, en Canad, de carcter separatista y urbano; grupos urbanos de carcter patolgico o racial en los Estados Unidos; el Movimiento Armado Revolucionario (urbano de izquierdas) y los grupsculos guerrilleros rurales en Mjico; Guatemala tiene sus Fuerzas Armadas Revolucionarias (izquierda) y su Mano Blanca (derecha), ambas con carcter urbano y rural; en Hait, tanto en el campo como en los mbitos urbanos, acta un movimiento haitiano de liberacin; en Nicaragua opera la guerrilla sandinista, urbana y rural; en Colombia actan el ELN y el FARC; en Chile, los residuos del MIR; restos de los destrozados Tupamaros (izquierda urbanos) en Uruguay; Triple A (derecha) ERP y Montoneros (izquierda urbana y rural) en Argentina...
En Africa y Asia, la relacin completa ocupara varias pginas: citemos a modo de ejemplo el Chad, donde el gobierno local slo se sostiene frente al empuje de las guerrillas gracias al sostn de los consejeros ses; El Shara Occidental y Mauritania, reas de actividad de la guerrilla saharaui, Eritrea, donde los movimientos nacionalistas FLE y FPLE actan en casi la totalidad de la provincia nortea etope; el Ogadn, donde operan las guerrillas somales; Yibuti, campo de tensiones a orillas del Mar Rojo; Zaire, con el FLNC amenazando constantemente a la provincia minera de Shaba; Angola, donde el gobierno izquierdista de Luanda debe enfrentarse a las guerrillas derechistas de la UNITA y el FLNA; Namibia, donde acta el SWPO; Rhodesia y Sudfrica, cuyos gobiernos combaten el nacionalismo armado de la poblacin africana...
Para terminar la incompleta relacin no pueden olvidarse las organizaciones palestinas, los movimientos de liberacin de la pennsula arbiga, los que actan en Birmania, Thailandia, Filipinas, Japn, los movimientos separatistas que existen en Yugoslavia y en la Unin Sovitica, activos unos, latentes otros...

Foto:Antonio Lo Muscio, jefe de los Ncleos Armados Proletarios, tras ser abatido a tiros en Roma.

LA PIRATERIA AEREA
Una faceta espectacular del terrorismo moderno, que produce amplios ecos en los medios de comunicacin de masas y por tanto arroja buenos dividendos para las organizaciones terroristas, es la piratera area. Autntica enfermedad de nuestra poca de violencia, es uno de los mayores quebraderos de cabeza de los organismos encargados de la lucha antisubversiva, y los gobiernos dedican cuantiosas sumas de dinero para combatirla.
En contra de una extendida creencia, los palestinos no son los inventores del secuestro areo. El primer acto de piratera a bordo de un avin tuvo lugar 18 aos antes de la participacin de Palestina, en 1930 y en Amrica Latina. De 1950 a 1969, la mayor parte de los actos de terrorismo a bordo de aviones 106 de un total de 144 consistieron en desvos entre Estados Unidos y Cuba, hasta que termin con ellos un acuerdo firmado entre ambos pases. Las intervenciones palestinas fueron incrementndose a medida que se radicalizaban diversos grupos de la Resistencia, especialmente al entrar en fase de colaboracin con organizaciones terroristas alemanas y japonesas; que no limitaron su actuacin a los aviones , sino que desencadenaron trgicas matanzas en aeropuertos, como en los sucesos de Lod y Fiumincino.

Foto:Soldados del Eire en el curso de una operacin contra el IRA, en Dubln.
Las operaciones de rescate de los rehenes de un secuestro areo, organizadas por gobiernos que desean mantener una imagen de firmeza frente al terrorismo han proporcionado a veces resultados satisfactorios Entebbe y Mogadiscio, pero tambin han originado tragedias. La opinin generalizada entre los pilotos de lneas areas, cuyo punto de vista es indudablemente de considerable importancia en este asunto, sostiene que, en todo caso, es preferible la negociacin y no la puesta en marcha de una operacin rescate. Los gobiernos que optan por el principio de la intervencin armada hacen correr a los pasajeros un riesgo mayor que la amenaza de los piratas aseguran portavoces de las asociaciones de pilotos comerciales. Lo que debe hacerse es reforzar y aplicar seriamente las medidas de prevencin en aeropuertos: registros exhaustivos de equipajes y pasajeros, no solamente por medios electrnicos y en el despegue de los aviones, sino con inspecciones fsicas y controlando a todo aquel que se mueve en zonas vulnerables. Tambin es imprescindible una mayor vigilancia de los aviones y de las pistas (5).
(5) JeuneAfrique octubre, 1976.

Desgraciadamente, el problema es complejo, y las soluciones, difciles e incompletas. Adems, frente a la actitud de los gobiernos duros, los terroristas argumentan que tambin los Estados han llevado a cabo actos de piratera area, tanto en el pasado como en la actualidad: en 1956, el gobierno francs obligaba a aterrizar en Argel a un avin a bordo del cual viajaba, de Marruecos a Tnez, Ahmed Ben Bella. En 1973, la aviacin israel desviaba un Caravelle en el que se crea viajaba el lder palestino Georges Habache.

Foto:Irregulares camboyanos aplicados a la lucha contra los entonces insurgentes comunistas. Un recurso que no funcion

CINCO MODELOS DE RESPUESTA
Frente a la actitud subversiva, los expertos en contraguerrilla sealan cinco tipos de respuesta (6). La primera de estas posibilidades se produce cuando los ciudadanos, que han depositado en manos del gobierno, las fuerzas armadas y las fuerzas de orden pblico la misin de salvaguardar la paz social, se sienten poco protegidos por stos y ven amenazada su seguridad por la ineficacia o inoperancia de aquellos a quienes se ha designado como guardianes del orden. En tal caso, los ciudadanos, que se sienten indefensos, comienzan a organizar ellos mismos su propia defensa.Aqu se encuentra el origen de las organizaciones paramilitares y el germen de las contiendas civiles.
(6) Paul Wilkinson; Terrorismo poltico . MacMillan, Londres, 1970.

Foto:Fuerzas portuguesas durante la campaa de Angola. Venci la guerrilla.
El segundo tipo de respuesta consiste en la llamada lnea dura, sin caer en la represin brutal. El Estado liberal, sin menoscabo de su carcter democrtico, establece una serie de severas disposiciones que combaten los s subversivos, siempre dentro de los marcos establecidos por la Constitucin o las leyes vigentes. Precisamente lo que caracteriza a este tipo de respuesta es la aplicacin de medidas antiterroristas evitando a toda costa reacciones desproporcionadas y, por supuesto, eludiendo la represin indiscriminada que podra poner a las masas en contra de la actuacin estatal. A la actividad policial o militar del gobierno debe acompaar en este caso, por supuesto, una adecuada campaa de concienciacin psicolgica a travs de los medios de comunicacin social que asegure el apoyo popular, asle socialmente a los ncleos subversivos y cree un clima de entendimiento, colaboracin y objetivos comunes entre las fuerzas antiterroristas y la sociedad a la que defienden.

El tercer tipo de respuesta posible es la llamada lnea blanda. Se alude aqu a las indecisiones e incertidumbres gubernamentales, las transigencias con el terrorismo y la tendencia a entablar negociaciones que terminen con el suceso terrorista inmediato, aisladamente. Esta postura, por lo general, origina una mayor intensidad en las acciones subversivas, alentadas por la impunidad y el buen resultado de sus objetivos y reivindicaciones.
El cuarto tipo es una curiosa combinacin basada en el tipo de respuesta que hemos calificado como lnea dura. El gobierno democrtico mantiene una actividad antisubversiva dentro de los cauces que podemos considerar legales, pero, simultneamente, permite la actuacin de grupos especiales antiterroristas creados y controlados oficialmente por el propio Estado a los que se les otorga la facultad de poder llevar a cabo operaciones o mtodos de actuacin que tcnicamente podemos calificar de sucios; en suma, combatir al terrorismo con sus propios medios, incluid a la desaparicin de lderes subversivos, eliminacin de terroristas por medios contundentes y sobre el terreno, etc. Tal es el caso de las unidades especiales antiterroristas israeles, o de los barbouzes utilizados por Francia para combatir a la OAS en la dcada de los sesenta.
El quinto modelo de respuesta, finalmente, es el de la represin total e indiscriminada. Espectacular en cuanto a su puesta en prctica, lo cierto es que rara vez los regmenes autoritarios que a l han recurrido lograron cumplir totalmente el objetivo y cuando as fue, se logr a costa del dao ocasionado a buena parte de la poblacin inocente y de la instauracin de un clima de opresin y temor, sacrificando en esta lucha antisubversiva las libertades individuales, la dignidad y los principios democrticos del Estado.

REGLAS BASICAS
Segn Paul Wilkinson , en su obra Terrorismo contra democracia liberal , existen unas reglas bsicas para la actuacin antiterrorista en el seno del Estado democrtico. En sntesis, vienen a ser las siguientes:
El gobierno afectado debe mantener una lnea antisubversiva coherente, negndose a hacer concesiones al chantaje terrorista, y manteniendo a toda costa su autoridad.
Cualquier actuacin de las fuerzas contrainsurgentes debe llevarse a cabo en el marco legal o constitucional del pas en cuestin, y el gobierno deber, al mismo tiempo, proclamar su intencin de que sea respetado el Estado de Derecho.
Las autoridades deben asegurar y demostrar claramente que su actuacin est encaminada a proteger a la sociedad. Adems de esta declaracin de principios, deben desplegar los medios adecuados para protegerla efectivamente.
Debe evitarse a toda costa la represin general indiscriminada. Ello da armas a los terroristas y los afianza en su papel de defensores del pueblo ante las fuerzas opresoras.
El gobierno, con declaraciones oportunas a travs de los medios de comunicacin de masas y con transparencia informativa, deber contrarrestar la propaganda subversiva.
No se dar tratamiento especial a los terroristas encarcelados por crmenes polticos, sino que sern considerados delincuentes comunes. Cualquier status especial aporta tensiones adicionales.
Jams el gobierno efectuar reformas polticas o sociales bajo presin terrorista. Para evitar esto, el gobierno debe atender puntualmente, como tal es su misin, al bienestar poltico, econmico y social de la poblacin.
Cualquier faceta de la actividad de contrainsurgencia deber estar, en todo momento, controlada por los mecanismos democrticos del Estado y bajo control general de las autoridades civiles.
Cuando en casos de extrema gravedad sean precisas medidas especiales, stas debern ser impuestas por perodos determinados de tiempo , convenientemente matizadas y aprobadas por el poder legislativo.
De todas formas, sea cual fuere el tipo de respuesta adoptada por los gobiernos frente a la actividad subversiva, lo que a juicio de todos los expertos resulta evidente es que no puede haber ningn tipo de actuacin efectiva en el campo de la contrainsurgencia sin un excelente servicio de informacin, una perfecta organizacin y el recuerdo constante por parte de las fuerzas antisubversivas de que, aunque el terrorista se esconde con frecuencia entre la poblacin, el terrorista no es la poblacin. En palabras de Richard Clutterbuck: una de las razones por las que el terrorismo es un veneno tan virulento, es que la cura puede daar a la sociedad tanto como la enfermedad.

Revista Defensa n 5, septiembre 1978, Arturo Prez Reverte


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